viernes, enero 13, 2012

Una época de gigantes

El Siglo XIX fue cuando la Humanidad realmente empezó su viaje para conocer el Universo que la rodeaba, impulsada por el rápido desarrollo de la tecnología necesaria para ello. Equipados con telescopios que hoy día sería clasificados de extremadamente limitados pero que en su momento supusieron un salto tan gigantesco en la astronomía como lo serían décadas las sondas exploradores, los descubrimientos se acumularon a una velocidad de vértigo.

Se descubrió Ceres y la existencia del Cinturón de Asteroides, por primera vez se cálculo las distancias de los planetas, y posteriormente, de las primeras estrellas mediante la medición del paralaje, el retorno previsto del Halley cambió para siempre nuestra visión de los cometas, se descubrió el planeta Neptuno a partir de las perturbaciones gravitatorias causadas en Urano, se inició el estudio científico de las estrellas variables, se obtuvieron los primeros espectros de luz solar, y con ellos se descubrió el Helio. En definitiva un siglo dorado, un Universo donde todo era nuevo, fascinante, pero que solo en sus últimos años pudo quedar plasmado en las primeras y aún toscas fotografías.

New York Public Library nos permite ahora adentrarnos, aunque solo sea de forma limitada, en esa astronomía que existió antes de la aparición de la fotografía, y donde el testimonio de lo observado solo podía conservarse en descripciones e ilustraciones, en ocasiones realistas, en otras donde la imaginación del autor se dejaba notar, pero todas ellas transmitiendo la pasión de todos ellos por el Universo que se habría ante sus ojos.

Y lo hace de la mano de artista frances Etienne Leopold Trouvelot (1827-1895), que descubrió su interés por la astronomía a una edad relativamente avanzada y dejó para la posteridad una serie de ilustraciones, ahora digitalizadas y puestas a disposición pública, sobre aquello que vió tanto directamente en el firmamento como a través de telescopios.


Una visión fascinante de la astronomía del Siglo XIX, la de Johann Encke, Max Wolf, Asaph Hall, Giovanni Schiaparelli, Percival Lowel y tantos otros. La época de unos auténticos gigantes que nos abrieron las puertas del océano infinito.

No podía faltar Marte, que ya en esa época centraba la atención tanto de los astrónomos como del público en general dada las ideas sobre una hipotética civilización marciana que tanto éxito tenían en esa época. La ilustración se basa en las observaciones que realizo el 3 de Septiembre de 1877, y destaca la diferencia entre ambos hemisferios, algo que es realmente así aunque no tan exagerado. Igualmente, aunque este dibujo corresponde a la gran conjunción de 1877, que fue donde nació el mito de los canales, Trouvelot no parece haber visto nada que le hiciera pensar en ellos, como si le ocurrió a Schiaparelli, todo un indicio del carácter limitado de la tecnología de la época, y donde para ver algunos detalles de la superficie había que forzar al límite la capacidad de visión.

El Mare Humorum, un mar lunar de unos 443 Kilómetros de diámetro y posiblemente una antigua cuenca de impacto que se llenó posteriormente de lava. La ilustración de Trouvelot, basada en sus observaciones en 1875, muestra el anillo de montañas que lo rodean.

Una aurora Boreal danzando en el cielo nocturno. 1 de Marzo de 1872.

Un grupo de tres manchas solares vistas por Trouvelot el 17 de Junio de 1875.

Saturno el 30 de Noviembre de 1870, donde se aprecia tanto algunos detalles de la atmósfera como la complejidad de los anillos. Igualmente se aprecia la sombra que el primero proyecta sobre ellos.

Ilustración de la Nebulosa de Orión realizada a partir de su estudio entre los años 1875-76.

Como es lógico, Trouvelot no perdió la oportunidad de ilustrar el eclipse total de Sol ocurrido el 29 de Julio de 1878, y que pudo observar desde Creston, Wyoming.

1 de Noviembre de 1880: Júpiter con las diversas formaciones que se manifiestan en las capas altas de su atmósfera. Vemos las diversas bandas nubosas que rodean al planeta así como la Mancha roja, que en esa época mostraba una forma mucho más alargada que en la actualidad.

Una intensa lluvia de estrellas ocurrida en la noche del 13 y el 14 de Noviembre de 1868, posiblemente las Leónidas.

Erupciones solares vistas en la mañana del 5 de Mayo de 1873.

El gran cometa de 1881, cuya espectacularidad y duración (fue visible a simple vista durante 260 días) hicieron merecedor de ese nombre.
Amazing Astronomy Illustrations From the 1800s Resurface Online

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